miércoles, 5 de noviembre de 2008
¿Cómo se debe contar un cuento?
Llegar a ser un buen narrador o narradora no es algo que se improvise. Se consigue y adquiere mediante la preparación, el ejercicio y la observación minuciosa de una serie de normas sencillas pero fundamentales.
Una adecuada narración potenciará sus contenidos, facilitando su interiorización y haciendo del material narrativo un excelente medio pedagógico.
Así pues, los factores que deberemos tener en cuenta para narrar un cuento serían:
a) Claridad del lenguaje: El cuento debe ser contado claramente, dando a cada palabra su fonética, vocalizando perfectamente cada sonido para que el niño conozca el lenguaje con toda perfección.
b) La voz: No se gritará. Es preciso no forzar la voz nunca, pero no hablar bajo ni con monotonía de rezo. Las lecturas en voz alta, con una voz agradable, clara y bien modulada sería lo más adecuado. Así mismo, los niños aprecian mucho las voces simpáticas.
c) Seguridad: Si el cuento se sabe bien, se siente el placer de contarlo, se contará con seguridad, sin dudar, como si estuviera pasando ante los ojos de la narradora.
d) Despacio: Debe contarse despacio, con tranquilidad. El cuento que va a contarse ha debido ser ya ensayado y saberse el tiempo que hace falta para contarlo y así no precipitarse ni precipitar los detalles.
e) Alternativas: La narradora, bien compenetrada con el cuento, debe saber aceleraralgunos de los pasajes y recrearse lentamente en otros. Los episodios que no sean muyinteresantes pueden contarse más deprisa, pero los últimos, en los que está el desenlace del cuento, y los centrales donde está la trama, deben leerse despacio y con seguridad.
f) Fonética: Los cuentos en que hay frases que deban repetirse con las mismas palabras, se dirán con entonación distinta según la gravedad del momento. Recordemos que al narrar la conversación que hemos tenido con otra persona, tratamos siempre de imitar su voz y sus ademanes.
g) Hacer reír: Hay que contar la gracia de modo que el niño perciba la risa antes de llegar. Los pequeñitos no son sensibles al humorismo, que indica siempre madurez del espíritu, y necesitan que el narrador/a comience a reír para que ellos la sigan. Si ésta cuenta la gracia seriamente, es posible que pase la situación cómica sin ver advertida por los muy pequeños y hasta por los mayores. Sería conveniente advertir: - Este cuento que voy a contar es de risa-, entonces los niños se prepararán para reír y saborearán la gracia plenamente.
h) Dejar reír: Dejad que rían sin interrumpirles hasta que haya pasado el momento y luego seguid contando.
i) La actitud del que cuenta: Los narradores de cuentos debemos tomar el aire de aficionados al cuento, como si contarlos fuera lo más interesante de nuestra vida. No solamente es un cuento, es nuestro cuento, y los niños toman parte haciendo que el cuento sea también suyo. Es preciso estar bien seguro de eso.
La orientación es fundamental. Si la boca del narrador no está orientada a los oyentes o la cubrimos con la mano en un gesto maquinal, la audición será siempre
deficiente.
La estabilidad es muy importante. El narrador debe estar sentado con el cuerpo
perpendicular. El contacto se consigue generalmente con la mirada. Si un muchacho
está distraído, lo captaremos con la mirada. Halagado por el interés que se le manifiesta, se volcará en atención.
Pero una vez hayamos captado su atención, deberemos dirigir la mirada hacia otros oyentes. El contacto visual con el público es el mejor medio para apreciar sus reacciones y modificar el relato si se cree necesario.
j) Confianza en sí mismo: El conferenciante puede tener un momento de debilidad u olvido; el narrador de cuentos no, porque el pequeño auditorio se sentiría inmediatamente superior a ella y ya no atendería. Es preciso estar siempre sobre sí, y conservar la prestancia y la seguridad de saber bien lo que se está diciendo.
k) Razones de contar un cuento: La mayor parte de los cuentos, probablemente los mejores, son valores literarios heredados de abuelos y tenemos el deber de traspasarlos a las nuevas generaciones oralmente, como fueron creados.
Y no sólo por un escrupuloso sentimentalismo, sino porque el cuento leído no tendrá la sugestión, el encanto original, la frescura que el narrador pueda darle ayudado por el tono de voz, el gesto, la mirada y la vibrante emoción del pensamiento.
l) Las imágenes: Cuando narramos una historia, sea ésta realista o fantástica, hay que intentar que sea rica en imágenes. La imagen en una historia debe sustituir a la palabra abstracta. Nunca hay que decir: Pablo era bueno y Jorge era malo. Diremos: Pablo repartía las cosas con los compañeros y Jorge cada día llenaba de cola el tintero de su compañero.
m) Los personajes: Habitualmente nos interesamos vivamente por una narración cuando encontramos en ella un personaje con el que identificarnos.
Los personajes serán variados y el número irá aumentando conforme sean más mayores, sin pasar de diez en cualquier caso.
Éstos deben estar bien caracterizados para que no se presten a confusiones.
n) La acción: Los personajes deben actuar. En la narración hay que ser concretos y evitar los razonamientos largos.
No hacen falta grandes descripciones como hacen los novelistas. Hay que evitar dar vueltas atrás al tiempo. El desarrollo lineal de la narración facilita su comprensión y le otorga mayor interés y vivacidad.
o) La conclusión o moraleja: La historia debe desembocar en un final. Este final es indispensable y debe permitir a los personajes nuevas aventuras, ya que los personajes siguen vivos en la imaginación de los oyentes. Para ello es conveniente dejar finales abiertos.
La moraleja o enseñanza final no es, en modo alguno, necesaria. Si todos los relatos desembocan necesariamente en un precepto de buena conducta, el oyente desconfía de ellos como de una lección.
p) Potencia: La potencia de la voz durante el cuento no será siempre la misma. El cuento se iniciará en voz muy baja para provocar el silencio y la atención del auditorio.
Cuando los oyentes apenas atiendan al narrador, callarán y harán callar a los demás.
Una vez hayamos obtenido el silencio elevaremos la potencia de nuestra voz.
q) Respiración: La respiración condiciona gravemente la potencia de nuestra voz. En nuestros pulmones debemos conservar siempre una reserva de aire, de lo contrario nuestras frases terminarán en una palabra silbante y carente de sentido que hará difícil la atención del auditorio.
El buen narrador respira profundamente, consciente de que el aire es la materia prima de la que provienen sus palabras. La calidad verbal está muy relacionada con la
cantidad de aire almacenada en los pulmones.
Libro recomendado: "EL ARTE DE CONTAR CUENTOS", de Sara Cone Bryant.
Una adecuada narración potenciará sus contenidos, facilitando su interiorización y haciendo del material narrativo un excelente medio pedagógico.
Así pues, los factores que deberemos tener en cuenta para narrar un cuento serían:
a) Claridad del lenguaje: El cuento debe ser contado claramente, dando a cada palabra su fonética, vocalizando perfectamente cada sonido para que el niño conozca el lenguaje con toda perfección.
b) La voz: No se gritará. Es preciso no forzar la voz nunca, pero no hablar bajo ni con monotonía de rezo. Las lecturas en voz alta, con una voz agradable, clara y bien modulada sería lo más adecuado. Así mismo, los niños aprecian mucho las voces simpáticas.
c) Seguridad: Si el cuento se sabe bien, se siente el placer de contarlo, se contará con seguridad, sin dudar, como si estuviera pasando ante los ojos de la narradora.
d) Despacio: Debe contarse despacio, con tranquilidad. El cuento que va a contarse ha debido ser ya ensayado y saberse el tiempo que hace falta para contarlo y así no precipitarse ni precipitar los detalles.
e) Alternativas: La narradora, bien compenetrada con el cuento, debe saber aceleraralgunos de los pasajes y recrearse lentamente en otros. Los episodios que no sean muyinteresantes pueden contarse más deprisa, pero los últimos, en los que está el desenlace del cuento, y los centrales donde está la trama, deben leerse despacio y con seguridad.
f) Fonética: Los cuentos en que hay frases que deban repetirse con las mismas palabras, se dirán con entonación distinta según la gravedad del momento. Recordemos que al narrar la conversación que hemos tenido con otra persona, tratamos siempre de imitar su voz y sus ademanes.
g) Hacer reír: Hay que contar la gracia de modo que el niño perciba la risa antes de llegar. Los pequeñitos no son sensibles al humorismo, que indica siempre madurez del espíritu, y necesitan que el narrador/a comience a reír para que ellos la sigan. Si ésta cuenta la gracia seriamente, es posible que pase la situación cómica sin ver advertida por los muy pequeños y hasta por los mayores. Sería conveniente advertir: - Este cuento que voy a contar es de risa-, entonces los niños se prepararán para reír y saborearán la gracia plenamente.
h) Dejar reír: Dejad que rían sin interrumpirles hasta que haya pasado el momento y luego seguid contando.
i) La actitud del que cuenta: Los narradores de cuentos debemos tomar el aire de aficionados al cuento, como si contarlos fuera lo más interesante de nuestra vida. No solamente es un cuento, es nuestro cuento, y los niños toman parte haciendo que el cuento sea también suyo. Es preciso estar bien seguro de eso.
La orientación es fundamental. Si la boca del narrador no está orientada a los oyentes o la cubrimos con la mano en un gesto maquinal, la audición será siempre
deficiente.
La estabilidad es muy importante. El narrador debe estar sentado con el cuerpo
perpendicular. El contacto se consigue generalmente con la mirada. Si un muchacho
está distraído, lo captaremos con la mirada. Halagado por el interés que se le manifiesta, se volcará en atención.
Pero una vez hayamos captado su atención, deberemos dirigir la mirada hacia otros oyentes. El contacto visual con el público es el mejor medio para apreciar sus reacciones y modificar el relato si se cree necesario.
j) Confianza en sí mismo: El conferenciante puede tener un momento de debilidad u olvido; el narrador de cuentos no, porque el pequeño auditorio se sentiría inmediatamente superior a ella y ya no atendería. Es preciso estar siempre sobre sí, y conservar la prestancia y la seguridad de saber bien lo que se está diciendo.
k) Razones de contar un cuento: La mayor parte de los cuentos, probablemente los mejores, son valores literarios heredados de abuelos y tenemos el deber de traspasarlos a las nuevas generaciones oralmente, como fueron creados.
Y no sólo por un escrupuloso sentimentalismo, sino porque el cuento leído no tendrá la sugestión, el encanto original, la frescura que el narrador pueda darle ayudado por el tono de voz, el gesto, la mirada y la vibrante emoción del pensamiento.
l) Las imágenes: Cuando narramos una historia, sea ésta realista o fantástica, hay que intentar que sea rica en imágenes. La imagen en una historia debe sustituir a la palabra abstracta. Nunca hay que decir: Pablo era bueno y Jorge era malo. Diremos: Pablo repartía las cosas con los compañeros y Jorge cada día llenaba de cola el tintero de su compañero.
m) Los personajes: Habitualmente nos interesamos vivamente por una narración cuando encontramos en ella un personaje con el que identificarnos.
Los personajes serán variados y el número irá aumentando conforme sean más mayores, sin pasar de diez en cualquier caso.
Éstos deben estar bien caracterizados para que no se presten a confusiones.
n) La acción: Los personajes deben actuar. En la narración hay que ser concretos y evitar los razonamientos largos.
No hacen falta grandes descripciones como hacen los novelistas. Hay que evitar dar vueltas atrás al tiempo. El desarrollo lineal de la narración facilita su comprensión y le otorga mayor interés y vivacidad.
o) La conclusión o moraleja: La historia debe desembocar en un final. Este final es indispensable y debe permitir a los personajes nuevas aventuras, ya que los personajes siguen vivos en la imaginación de los oyentes. Para ello es conveniente dejar finales abiertos.
La moraleja o enseñanza final no es, en modo alguno, necesaria. Si todos los relatos desembocan necesariamente en un precepto de buena conducta, el oyente desconfía de ellos como de una lección.
p) Potencia: La potencia de la voz durante el cuento no será siempre la misma. El cuento se iniciará en voz muy baja para provocar el silencio y la atención del auditorio.
Cuando los oyentes apenas atiendan al narrador, callarán y harán callar a los demás.
Una vez hayamos obtenido el silencio elevaremos la potencia de nuestra voz.
q) Respiración: La respiración condiciona gravemente la potencia de nuestra voz. En nuestros pulmones debemos conservar siempre una reserva de aire, de lo contrario nuestras frases terminarán en una palabra silbante y carente de sentido que hará difícil la atención del auditorio.
El buen narrador respira profundamente, consciente de que el aire es la materia prima de la que provienen sus palabras. La calidad verbal está muy relacionada con la
cantidad de aire almacenada en los pulmones.
Libro recomendado: "EL ARTE DE CONTAR CUENTOS", de Sara Cone Bryant.
domingo, 2 de noviembre de 2008
El otoño
El viento de otoño,
que es muy juguetón,
le despeina el moño
a doña Asunción.
El viento, que vuela,
como lagartija
se mete y se cuela
por cualquier rendija.
A don Barrendero
le esparce las hojas.
Cubre el pueblo entero
de sábanas rojas.
Una vez al año
desnuda al manzano
Desviste al castaño
después del verano.
Roba los sombreros,
les da volteretas:
son volatineros
de las plazoletas.
Y al salir la luna
le canta al oído
canciones de cuna
a un niño dormido.
(Versos de colores, Hiperión)
jueves, 30 de octubre de 2008
"Adivina cuánto te quiero", un cuento sobre el amor
A veces es díficil encontrar las palabras. En realidad ¿hay palabras para explicar ese arrobamiento, esa dulzura infinita, esa magia del amor que sentimos cuando miramos a nuestro niño? ¿Puede él, tan chiquito, encontrar las palabras que expresen lo que siente por nosotros?
Este precioso cuento, firmado por Sam McBratney, las busca y nos las ofrece perfectas para decir y para soñar. Y es que el amor es más grande que todo lo que podamos abarcar con los brazos, más alto de cuanto podamos saltar. Es tan inmenso que ir y volver de la Luna lo abarcaría y necesitaríamos más espacio aun.
En “Adivina cuanto te quiero” son dos liebres las protagonistas, la grande y pequeña. La liebre grande es un papá o una mamá. Introduce dulcemente la idea de no dejar a los niños dormirse solitos, porque termina cuando la liebre grande besa a la pequeña adormilada y la acompaña mientras se va durmiendo. Una preciosidad, de verdad.
domingo, 26 de octubre de 2008
ORGULLO DE MAESTRA
Al saber que soy maestra, la gente suele preguntarme qué enseño, y mi respuesta de que doy clases en aulas de Educación Infantil generalmente les arranca un "¡Ah!" tan desabrido, que me gustaría exclamar:
-¿En qué sitio, si no allí, me abrazaría un apuesto jovencito y me diría que me quiere?
-¿Dónde más podría atar lazos para el pelo, ajustar cinturones, ver un desfile de modas a diario, y, aunque siempre me vista de la misma manera, oír decir que mi vestido es bonito?
- ¿En qué otro lugar tendría el privilegio de mover dientes flojos y de arrancarlos cuando terminan de aflojarse?
- ¿Dónde más podría guiar en la escritura de las primeras letras una manita que quizás algún día escriba un libro importante? ¿En qué otra parte olvidaría mis penas porque tengo que atender tantas cortaduras, raspones y corazones afligidos?
- ¿Dónde conservaría el alma joven, sino en medio de un grupo cuya atención es tan efímera que siempre debo tener a mano una caja de sorpresas?
- ¿Dónde me sentiría más cerca del Creador que en un lugar donde, por un esfuerzo que yo he hecho, un niño aprende a leer?
- ¿En qué otro sitio derramaría lágrimas porque hay que dar por terminado un año más de relaciones felices?
Web Católico de Javier
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